COLÓN CAMPEÓN.
Saludos al pueblo Sabalero por este campeonato, y somos afortunados de poder contarlo. Siento precedentes.
Somos historia, somos parte... no es joda... no es un vuelto, somos testigos.
Este último partido que nos dio las tan ansiadas estrella y copa, resume en 90 minutos una historia que todos llevábamos con honra y sacrificio. No se trata solo de un detalle en el escudo de aquí en más, sino más bien de coronar historias que nuestros antiguos han sabido llevar y soportar... pero solo voy a relatar lo que he podido vivir, de ahí en más, muchos de ustedes queridos amigos podrán sumar sus historias.
Año 1991, 30 de Septiembre, a Colón el 1ro de Octubre le ponían el candado, por orden judicial y a remate el terreno. Años oscuros, había salido todo mal, se habían servido a mas no poder del club, políticos y dirigentes. Época de elecciones, se le consulta a el señor Ítalo Giménez (hasta entonces eminencia de dirigentes del club, pero ya retirado) quien podía ser el próximo que agarre tremenda tormenta y destino marcado de remate. Su respuesta fue contundente y señaló que inclinen su voto a un ignoto y joven personaje que no tenía idea de manejo del futbol; lo señaló a José Néstor Vignatti... así fue que la gente de Colón, ni dudó de la palabra de Ítalo.
Y Cosas pasaron... y vaya qué cosas!!!! Vignatti se instaló a dormir en el club y llamaba a los acreedores (personas a las que el club les debía), para ofrecerles otras formas de pago a cambio de que retiren sus denuncias de falta de pago. Recordá que estábamos a 2 días de rematar el club mientras todo eso sucedió. Y a Colón no le cortaron nada. 2 años después estaba en Córdoba disputando una final por un ascenso, después de estar a punto de desaparecer de la faz de la tierra.La perdimos, fue horrible, dolorosa. La vuelta a casa, la manera de pensar, todo se hubiese solucionado ahí, en ese partido. Nada de aquella crisis financiera nos hubiera afectado. Pero no, debíamos aprender. Aprendimos a entender, que el daño era fuerte. Que no debíamos olvidar a los vaciadores del club. Al siguiente año, estábamos para campeones, pero nos lo arrebato el Estudiantes de la Bruja Verón y Cia. Fuimos al octogonal y gracias a Dios, todos los resultados nos ayudaron a salir Campeones del ascenso a primera división. Hasta acá, todo Vignatti la cosa.
Desembarcamos en primera después de 15 años (para redondear) en la B, siempre llevándolo con altura y nunca achicándonos, de hecho aprendimos a valorar que: “¿Que hinchada, de qué club, se sigue multiplicando habiendo pasado tantos años en la B?”
Nos costó hacer pie en primera, al principio era prueba y error, con desfile de técnicos y jugadores que no daban pie con bola. Fueron 2 temporadas de zafar de la promoción. Cosa que nos sirvió de envión para lo que se venía por la necesidad de sumar para el promedio: El primer Sub Campeonato. Ahí todos empezamos a creer, ahí empezó la fantasía y la obsesión. Colón había hecho un torneo brillante, ganando a los gigantes unitarios de siempre. A esos que estábamos acostumbrados a mirar entre semana como jugaban contra equipos de otros países y pensar “ojalá que ganen los Argentinos”.
Y ahora al que iban a mirar por TV era a Colón, esos argentinos íbamos a ser nosotros. Gloriosas noches de Copas, todas las ha jugado Colón. Epopeyas descabelladas, triunfos que solo cabían en la cabeza de un lunático. Gigantes de América caían como moscas en el Cementerio de los Elefantes. Victorias nada fáciles, pero legítimas. Conocer estadios, de los mejores en América Latina, con historia. Todos visitados por el Sabalero y su gente. Conforme pasaba el tiempo, las actuaciones de Colón en copas eran más sólidas, demasiado para planteles armados con lo que se podía. De la mano de esas actuaciones y gestiones presidenciales sólidas, llegó la hora de cambiar la madera por cemento. Aquel viejo sueño de cambiarle la cara al estadio para siempre. Con el tiempo, no solo se logró. Se aumentó la capacidad con una bandeja que rodea toda la cancha. Y se transformó en un estadio de capacidad e instalaciones internacionales.
Y todos pensábamos: “Y si un día le toca a Colón?” Empezaron a salir joyas del semillero, que nos dieron muchas alegrías. Otro indicio de que teníamos con qué salir a buscar salir campeonatos. Pero el tiempo pasaba y Colón lo buscaba de todas maneras, hasta torpemente. Con formaciones forzadas, con piezas encajadas a la fuerza y que con el tiempo se salían. Ya era demasiado evidente de que Colón no se conformaba con ganarle a Boca o River, tenía ganas de pegar el grito.
Pero la verdad, no se sabía por dónde empezar, no había experiencia, no teníamos un mapa. Íbamos a los ponchazos. Lamentablemente, en el camino a la casa de la abuelita estaba El Lobo. Que nos engañó a todos con falsas expectativas, con promesas y juramentos de que era EL, quien tenía esos “contactos” que nos facilitarían el camino a la gloria. Después de tantos años de estar peleados con AFA, llegó un tipo que le abrió la puerta a Ali Baba y los 300 ladrones. Todos, pero todos eh! Se servían del club y veíamos que no pasaba nada. Llego la hora de ser sede de la Copa América con Messi jugando 2 veces en nuestra cancha. Había entrado muy buena plata y seguía sin pasar nada. Pero ni cerca. Ya los murmullos se hicieron gritos impacientes de exigir eso que se nos había prometido. Y no había respuestas, solo puertas cerradas.
Habían transformado a Colón en un club apático y sin nada que festejar. Justamente un pueblo que festeja hasta cuando los perros tienen crías. Y las sospechas fueron ciertas, ya no quedaba ni una moneda en Colón. Nada. Habíamos vuelto al 91. No había luz, gas, había si deudas de sueldos, juicios, de todo.
Ya teníamos el tiro en la frente, estábamos destinados a descender. Atrás quedaron esas madrugadas de festejos con amigos por las hazañas conseguidas en otras tierras. Todo se terminó en un puñado de años nefastos y llenos de vicios. El torneo en el cual Colón desciende, fue otra hazaña. Se tuvo que jugar una fecha extra para determinar quién descendía, Colón peleó hasta estando en coma, no se quería entregar. De la mano de la dirigencia de Godano-Vega, le inyectaron pertenencia al equipo conformado por pibes del club, ya que las “Ratas” mayores se fugaron cuando el barco se hundía. Y fueron durísimos, nadie en el país dejaba de destacar aquel equipo que no mereció el descenso, pero en los escritorios lo querían ver a Colón en la B (le sacaron 6 puntos por una deuda). Ali Baba y sus amigos, se sirvieron hasta vaciarlo y ahora se olvidaron que eran “amigos”.
De la mano de Godano-Vega se logra el ascenso en menos de un año. Pero lo que tuvo que suceder mientras era el “Salvataje Deportivo” una ley que blinda y protege al club de los acreedores, con gastos manejados por escribanos y jueces. Previsto para 10 años, haciendo un cálculo de las monstruosas deudas que nos habían dejado. Si bien estábamos protegidos, tenía como contras, no poder hacer incorporaciones destacadas, no poder arreglar ni una canilla sin antes pagarle a algún acreedor, etc.
Ya en primera otra vez, ni nos animábamos a sospechar de pelear por algo, después de lo que habíamos vivido. Ya solo nos conformábamos con el hecho de no haber desaparecido y haber podido lograr el ascenso. Otra vez, el desfile de los nombres, han pasado miles con el perfil de vender humo y se iban sin pena ni gloria o se iban mal directamente. Y Colón, nada.
Vuelve Vignatti cargado con la mística que supimos valorar. Los primeros años fueron turbulentos. Pero venía con una sorpresa bajo el brazo, lo acercó por primera vez al club a un tal Eduardo Domínguez, un DT que estaba dando sus primeros pasos y tenía algunos pocos borradores en su haber.
Y Colón, levantaba vuelo. Se solucionó la deuda con el Órgano Fiduciario, gestión de Vignatti. Se terminó de cerrar la tribuna de Colón, gestión Vignatti. Se volvió a clasificar a copas (2 consecutivas), gestión Vignatti. Se volvió a incorporar a jugadores de “peso” o “chapa”, gestión Vignatti. Ya todos nos parábamos otra vez a mirarnos entre nosotros. Y la vieja pregunta nos volvía a la mente: “Y si se le da a Colón?” Y otra vez aquella vieja obsesión volvía a la cabeza de los dirigentes, como si se tratara de una cuenta pendiente. Colon volvía a querer recuperar la gloria.
En el camino salieron algunas cosas mal, y ahí estaban los burlistas y payasos de siempre, para señalar y juzgar. Y Colon vendía, vendía bien encima. Estaba otra vez generando recursos y recursos gordos. Probando un técnico atrás de otro, jugadores que sí, que no. Se buscaban las cosas a los apuros nuevamente, le estaba ganando la ansiedad a Colón. Y las burlas continuaban, de los diarios, de todos lados. Nadie marcaba que Colón se equivocaba en su afán de conseguir la gloria, no. Le marcaban que se equivocaba, solo por ser. Como si fuera una planta inerte que está ocupando un espacio y nada más.
Para cuando se advierten las intenciones, empezaron a querer desestabilizar la nave. Con notas falsas, con rumores, con amarillismo. Después de todo eso, se vivieron noches mágicas camino a la Primera Final Internacional y dijimos “Ya está, es acá” pero nos equivocamos nuevamente, no era. Una piña de knock out recibimos, al alma, al corazón. Parecía que dolía menos un tiro. Luego de esa final perdida, los burlistas y amarillistas de siempre. Los que se alimentan de la carroña, los eternos espectadores de la vida. Venían a hablar de ejemplos y bla bla bla, como adjudicándose no sé qué experiencia o situación vivida. El equipo murió en Paraguay ese día, nunca más volvió. A la vuelta, fue perder partido tras partido en el torneo local. Lo que nos llevó a una situación de estar comprometidos con los descensos nuevamente. Y de ilusionarnos, pasamos a la histeria colectiva, así de una. Y viejos fantasmas volvían a nuestras mentes, viejos recuerdos que nos llenaban de dudas.
Apareció otra vez aquel joven DT, pero esta vez con otros papeles o con los papeles más ordenados, más claros y con una postura distinta. Y Colón volvió a ganar. Y ganaba, ganaba. Solo queríamos sumar para el descenso, pero la palabra descenso jamás fue nombrada por nadie del cuerpo técnico cada vez que se le consultaba, solo decían que “estamos mirando hacia adelante”.
Pandemia: se armó un torneo sin descensos y Colón llego a instancias casi definitorias, sorprendía. Así como sorprendía el cambio de estado anímico de un plantel derrotado desde lo mental, ahora parecían dar otros signos. Ya las burlas empezaron a preocuparse, ya habían terminado. Ya no eran burlas, eran reclamos. De estar felices en su guiso de risas, pasaron a mirarse con miedo.
Y llegó este torneo, el que nos vería campeones. Y vaya que lo fuimos! Toda la Argentina rendida a los pies de un equipo que jugaba y brillaba. Un equipo que no dejaba dudas. Legítimo campeón y lo decían todos.
Aquellos 90 minutos en San Juan, fueron todas estas líneas. No fue solo una copa. Cuando hayan pasado los años y te pregunten “Porque seguís festejando?”, resumiles estas líneas. Por eso tanto descargo, porque realmente parimos esta estrella. Somos la primera generación en ver a Colón Campeón. Somos de la generación que le dio la gloria a Santa Fe. Pasamos de la sangre al luto y viceversa. Para llegar hasta acá, tuvimos que atravesar varios pasillos oscuros, muchas tormentas largas. Nadie nos regaló nada y de eso aprendimos. Se maduró y acá los frutos.
Salud Campeones!!!!!!!!
Los quiere:
Autor: Arlekin.